jueves, 17 de mayo de 2012

Renacimiento

Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Italia fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento.
El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.
 El nombre «renacimiento» se utilizó porque este movimiento retomaba ciertos elementos de la cultura clásica.

CARACTERÍSTICAS
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:
La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico.
Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.
El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social.
Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo movimiento se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo la atención sobre los restos monumentales y las obras literarias y tratados clásicos.
Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, los Estados Pontificios y Nápoles. La presión que se ejercía desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos.
Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística, científica, y, en último término, de las costumbres e ideas de toda la sociedad.
En Florencia, el desarrollo de una rica burguesía ayudó al despliegue de las fuerzas del Renacimiento; la ciudad se convirtió en punto de partida del movimiento, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras de arte del nuevo estilo que desde aquí se va a extender al resto de Italia, primero, y después a toda Europa.

ETAPAS
La primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia.
La segunda, surge en el siglo XVI, se denomina Cinquecento, y su dominio artístico queda referido al Clasicismo o Renacimiento pleno, que se centra en el primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimiento en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista. Este periodo desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma el Manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI.
Mientras que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI.
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la Antigüedad grecorromana, considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es posible su surgimiento y precede a todas las demás naciones.
Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí, hacen el papel de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos V y Felipe II en España imponen el nuevo estilo en las construcciones que patrocinan, influyendo en los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una moda.

Arquitectura
·         Carácter marcadamente profano en comparación con la época anterior.
·         Surgirá en una ciudad en donde el Gótico apenas había penetrado, Florencia.
·         Muchas de las obras más destacadas serán edificios religiosos.
·         Se busca ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se proyectan ciudades de nueva planta.
·         La búsqueda de la ciudad ideal, opuesta al modelo caótico y desordenado del medievo, será una constante preocupación de artistas y mecenas.
·         El papa Pío II reordena su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista.
·         Las ciudades se convertirán en el escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel preferente gracias al monacato.
·         Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacen de forma selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se preferirá el orden toscano.
·         Igualmente se crean formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiran en la Antigüedad han de adaptarse al uso religioso de las iglesias.
·         Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizarán mucho como elemento monumental en iglesias y edificios públicos.
·         El arquitecto abandona el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media, y se convierte en un intelectual, un investigador.
·         Muchos de ellos escribieron tratados y obras especulativas de gran trascendencia, como el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio.
·         Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista:
·         Estructurales: Arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de cañón y cubierta plana con casetones. Todos ellos habían sido usados en la Antigüedad, especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora, modificándolos. Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del Gótico, abandonándose en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves escalonadas, y sobre todo la impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales. Predominarán ahora valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez, y sobre todo, la adaptación del espacio a la medida del hombre.
·         Decorativos: Pilastras, frontones, pórticos, motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de éstos ya se habían utilizado en el Gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se inspiran en modelos romanos y griegos. En cuanto a la decoración el Renacimiento preconiza el despojamiento, la austeridad, el orden. Sólo a finales del siglo XVI esta tendencia se romperá en favor de la fantasía y la riqueza decorativa con el Manierismo.
·         Se pueden distinguir dos grandes etapas que son:
·         En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia del arco de medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas con nervios, con ciertos resabios góticos y las fachadas simétricas de pisos superpuestos o con sillares almohadillados. En general, la arquitectura cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría, predominando en el interior de los edificios la luminosidad y la desnudez. Los arquitectos más destacados de este período son Brunelleschi, Michelozzo, Leon Battista Alberti,
·         El Cinquecento, Renacimiento pleno o Alto Renacimiento tuvo como centro Roma: en 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano, que será el edificio que marque la pauta en lo restante del siglo XVI.
En esta etapa, los edificios tienden más a la monumentalidad y la grandiosidad. Miguel Ángel introduce el orden gigante en su proyecto para la basílica, lo que rompe con el concepto de arquitectura hecha a la medida del hombre. Los palacios se adornan con elaborados bajorrelieves.
Predominará de este modo la idea de riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida que avanza el siglo, el Manierismo se introduce en la arquitectura, con edificios cada vez más suntuosos, rebuscadas decoraciones y elementos que pretenden captar la atención del espectador por su originalidad o extravagancia (Palazzo del Tè, en Mantua, por Giulio Romano).
Podemos distinguir, de este modo, como en las demás disciplinas artísticas, dos periodos: el Clasicismo de principios de siglo, con autores como Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, Jacopo Sansovino, y el Manierismo, que se da a partir de 1530, siendo sus principales autores Andrea Palladio, Giorgio Vasari, Giulio Romano, Jacopo Vignola, Vincenzo Scamozzi. Hay que apuntar que la ruptura del Manierismo no fue radical puesto que ya en la obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la preludian.
EJEMPLOS
Catedral de Santa María del Fiore, (famosa cúpula) de Florencia.
Palacio Medici−Riccardi.
Palacio Rucellai, de Bernardo Rossellino.
AUTORES
Filippo Brunelleschi
Michelozzo di Bartolommeo
Jacopo Sansobino
Proyecto de Alberti, Palacio Pitti

Pintura
En pintura, las novedades del Renacimiento se introducirán de forma paulatina pero irreversible a partir del siglo XV.
Un antecedente de las mismas fue Giotto (1267-1337), pintor aún dentro de la órbita del Gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen tridimensional, perspectiva, naturalismo, que alejan su obra de los rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludian el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo XV), se recogen todas estas novedades y se adaptan a la nueva mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introducen también en sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollará a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los pintores de esta época será la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras. Los pintores más destacados de esta época serán: en Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi, Paolo Uccello. En Umbría, Perugino. En Padua, Mantegna, y en Venecia Giovanni Bellini. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas Maddonas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, il Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosme Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio, y en el sur de la península, Antonello da Messina.
El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces como Clasicismo. Los pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos.
El primero de ellos fue Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras, como en la muy difundida Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan Bautista.
Miguel Ángel (1475-1564) es la segunda, cronológicamente, gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la pintura de forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias.
Rafael Sanzio (1483-1520) completa la tríada de genios del Clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael busca ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus Madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado a su culmen (concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari, Las Vidas) y se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 30 del siglo XVI una nueva corriente, el Manierismo. Se buscará a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal. Pertenecen a la corriente pictórica Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino o Francesco Salviati.
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia presenta especiales características. Si los florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarán en el color. Las especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista, amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejará esto mediante una pintura refinada, hedonista, menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista.
EJEMPLOS
Tiziano, Amor sagrado y amor profano. La Gioconda por Leonardo Da Vinci. Cristo entre los doctores por el Veronés Paolo Caliari. La Última Cena.

AUTORES
Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino, Francesco Salviati, Leonardo Davinci, Miguel Ángel, Rafael Sanzio.


Escultura
Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la Antigüedad, inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que caracterizaron la escultura de este período. Ya el Gótico había preludiado en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos arqueológicos que se dieron en la época supusieron una auténtica conmoción para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas realizaciones.
Se seguirán haciendo obras religiosas con una singularidad especial, en las mismas se advierte un claro aire profano; se reintroduce el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y aparecen nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en stiacciato (altorrelieve con muy poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma de disco; también la iconografía se renueva con temas mitológicos, alegóricos y heroicos. Aparece un inusitado interés por la perspectiva, derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasma en relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento se recupera la escultura monumental en bronce. Los talleres de Florencia serán los más reputados de Europa en esta técnica, y surtirán a toda Europa de estatuas de este material.
Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia darán lugar, igual que en las demás artes, a dos etapas:
El Quattrocento (siglo XV): El centro escultórico principal será Florencia, donde la familia Médicis y con posterioridad la República ejercerán de mecenas de numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y romanas y había formado una interesante colección de las mismas, poniendo de moda el gusto clásico. El taller de los hermanos Della Robbia, quienes introducen la cerámica vidriada y policromada como novedad, utilizándola en decoraciones de edificios.
Donatello (1386-1466), gran creador que partiendo de los supuestos del Gótico establece un nuevo ideal inspirado en la grandeza clásica. Suyo es el mérito de rescatar el monumento conmemorativo público, la utilización heroica del desnudo y la intensa humanización de las figuras, llegando al retrato en ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación claramente idealista.
El Cinquecento (siglo XVI). Esta época está marcada por la aparición estelar de uno de los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel Buonarrotti. Fue como tantos otros en esta época, un artista multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus primeras obras recoge el interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco ebrio fue realizado con intención de que aparentara ser una escultura clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498-1499 para la Basílica Vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que crea las Tumbas Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchará luego a Roma donde colaborará en los trabajos de construcción de la nueva Basílica. El pontífice Julio II lo toma bajo su protección y le encomienda la creación de su Mausoleo, denominado por el artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras que sufrió el proyecto. En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre Moisés, aparece lo que se ha venido denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a la vez que contenida emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas y nerviosas (músculos en tensión), posturas contorsionadas y escorzos muy rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos. En sus obras finales el artista desdeña de la belleza formal de las esculturas y las deja inacabadas, adelantando un concepto que no volvería al arte hasta el siglo XX. Miguel Ángel continúa con la tradición de monumentos públicos heroicos y profanos que inició Donatello y la lleva a una nueva dimensión con su conocido David, esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia.
En los años finales de la centuria, la huella de Miguel Ángel tiene sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi de Florencia, espacio concebido como museo de escultura al aire libre), Bartolomeo Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarán los elementos más superficiales de la obra del maestro, situándose plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época también la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles, auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su presencia en España llevará allí de primera mano las novedades renacentistas, extendiendo su influjo hasta la escultura barroca.
EJEMPLOS
El Laocoonte, hallado en 1506. El Torso Belvedere,  Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia Monumento al condotiero Colleoni, Condotiero Gattamelata, es una de las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la Antigüedad.  David.
AUTORES
Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Desiderio da Settignano, Andrea Verrocchio, Donatello, Bernardo Rossellino.


BIOGRAFÍA: 
ARQUITECTOS
Fillippo Brunelleschi
Filippo di Ser Brunellesco Lapi, Filippo Brunelleschi (1377 - 15 de abril de 1446) fue un arquitecto, escultor y orfebre renacentista italiano.
Es conocido, sobre todo, por su trabajo en la cúpula de la catedral de Florencia Il Duomo. Sus profundos conocimientos matemáticos y su entusiasmo por esta ciencia le facilitaron el camino en la arquitectura, además de llevarle al descubrimiento de la perspectiva cónica.
Fue contemporáneo de Leon Battista Alberti, Ghiberti, Donatello y Masaccio.
Giorgio Vasari incluyó su biografía en su obra Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (Vite de' più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a' tempi nostri, 1542–1550).


Michelozzo di Bartolommeo
Michelozzo di Bartolomeo (Florencia, 1396 – Florencia, 1472 ) (también conocido como Michelozzo Michelozzi, quizá por error), fue un arquitecto y escultor de Florencia (Italia).
Hijo de un sastre, fue aprendiz de Ghiberti en su juventud y colaboró más adelante con Donatello.
Como escultor trabajó, sobre todo, el mármol, el bronce y la plata. La estatua del joven San Juan que se halla encima de la entrada de la catedral de Florencia, así como la que se halla detrás del baptisterio, fueron creadas por Michelozzo. También esculpió una bellísima estatua de San Juan Bautista, en plata, para el altar mayor de la iglesia de San Juan.
En 1428 junto con Donatello, construyó el púlpito, al aire libre, en la esquina de la catedral de San Estefano, en Prato.
El magnífico Palacio Médicis, en Florencia, (1444) construido para Cosme de Médici, fue proyectado por Michelozzo, una de las más notables empresas arquitectónicas que combina la levedad delicada, como característica tanto del gótico prematuro italiano, como con el estilo clásico riguroso. Esta obra constituye, todavía hoy, el arquetipo de un palacio florentino.
Su gran amigo y mecenas, Cosme de Médicis, le acompañó, durante un tiempo a Venecia en 1433; allí, Michelozzo construyó la Biblioteca de San Giorgio Maggiore, entre otros.
Michelozzo fue contratado, el 8 de mayo de 1461, por la República de Raguse (Dubrovnik), para supervisar los trabajos de las fortificaciones de la ciudad. Sus aportaciones resultaron muy efectivas en las casernas cónicas y alargadas de Minceta, la principal torre defensiva, y son consideradas como una innovación de Michelozzo, precedente, veinte años más tarde, de las casernas elípticas realizadas en Rocca de Ostia por Baccio Pontelli.


Jacopo Sansobino
Jacopo d'Antonio Sansovino (Florencia, 2 de julio de 1486 - Venecia, 27 de noviembre de 1570) fue un pintor, arquitecto y escultor renacentista italiano, conocido sobre todo por sus obras alrededor de la Plaza de San Marcos en Venecia. Andrea Palladio, en el Prefacio de sus Quattro Libri opinaba que la Biblioteca Marciana de Sansovino era el mejor edificio erigido desde la Antigüedad. La Vita de Sansovino es la única de las escritas por Giorgio Vasari que imprimió separadamente.
Nació en Florencia y fue alumno de Andrea Sansovino, cuyo nombre adoptó cambiando el suyo de nacimiento, Iacobo Tatti o Jacopo Tatti. En 1506 se trasladó a Roma donde se formó con Rafael y se inspiró en Miguel Ángel. En Roma llamó la atención de Bramante y de Rafael e hizo un modelo en cera de la Deposición de Cristo para que usase Perugino.
Regresó a Florencia en 1511 donde recibió encargos para esculturas en mármol de Santiago el Mayor para el Duomo y un Baco, hoy en el Bargello. Sus propuestas para esculturas que adornasen la fachada de la Iglesia de San Lorenzo, sin embargo, fueron rechazadas por Miguel Ángel, que estaba encargado del proyecto, a quien escribió una amarga carta de protesta en 1518.
Durante el periodo 1510-1517 compartió estudio con el pintor Andrea del Sarto, con quien compartió modelos. Como todos los arquitectos del siglo XVI, Sansovino dedicó considerable energía para elaborar estructuras temporales en relación con rituales de la corte. La entrada triunfal del papa León X en Florencia en 1515 fue un punto álgido de este género.
Posteriormente, volvió a Roma donde pasó nueve años más, hasta que el año del Saco de la misma (1527) abandonó la ciudad camino de Venecia, ciudad en la que terminó instalando su taller. Allí trasladó los modos de hacer romanos. En 1529 Sansovino fue nombrado primer arquitecto y superintendente de propiedades (Protomaestro o Proto) de los Procuradores de San Marcos, haciendo de él uno de los más influyentes artistas de Venecia. El nombramiento conllevaba un salario de 80 ducados y un apartamento cerca del campanario de San Marcos. En un año, su salario alcanzó los 180 ducados al año.1 Dicha posición le permitió actuar en la configuración de los alrededores de la Plaza de San Marcos, específicamente la zona en torno a la Zecca (la ceca pública), la muy decorada Loggetta y sus esculturas junto al Campanario, y varias estatuas y relieves para la Basílica de San Marcos. También ayudó a reconstruir una serie de edificios, iglesias, palacios, y edificios institucionales que incluían las iglesias de San Zulian, San Francesco della Vigna, San Martino, San Geminiano (hoy destruida), Santo Spirito in Isola, y la iglesia de los Incurabili. Entre los palacios y edificios están la Scuola Grande della Misericordia (primeros planos), Ca' de Dio, Palacio Delfín, Palacio Corner, Palacio Moro, y las Fabbriche Nuove de Rialto.2 Puede mencionarse, igualmente, la iglesia de San Salvatore.
Mantuvo su privilegio como arquitecto de la ciudad hasta su muerte, marcando la influencia artística de la época en la arquitectura y escultura.
Su obra maestra es la Biblioteca de San Marcos, la Biblioteca Marciana, una de las estructuras renacentistas de Venecia más ricamente ornamentadas, que está enfrente del palacio de los Dogos, al otro lado de la piazzeta. La construcción se demoró durante cincuenta años, y costó más de 30.000 ducados.3 En ella logró hacer que el lenguaje arquitectónico del clasicismo, tradicionalmente asociado con la severidad y el comedimiento, fuese del gusto de los venecianos, con su amor por la decoración de superficies. Esto abrió el camino a la graciosa arquitectura de Andrea Palladio.
Murió en Venecia y su sepulcro está en el Baptisterio de la Basílica de San Marcos. Su seguidor más importante en el campo de la escultura fue Alessandro Vittoria.
Alberti
Leon Battista Alberti (Génova, Italia, 18 de febrero de 1404 - Roma, 20 de abril de 1472) fue sacerdote, Secretario Personal (abreviador apostólico) de tres Papas (Eugenio IV, Nicolás V, Pío II) (desde 1431 a 1464), humanista, arquitecto, proyectó edificios, aunque nunca dirigió sus obras, matemático y poeta italiano. Además de estas actividades principales, también fue criptógrafo, lingüista, filósofo, músico y arqueólogo. Es una de las figuras del humanismo y personalidad artísticas teórica más polifacéticas del Renacimiento.
Alberti fue el primer teórico artístico del Renacimiento, una figura emblemática, por su dedicación a las más variadas disciplinas. Se mostró constantemente interesado por la búsqueda de reglas, tanto teóricas como prácticas, capaces de orientar el trabajo de los artistas; en sus obras menciona algunos cánones. Por ejemplo, en De statua expone las proporciones del cuerpo humano, en De pictura proporciona la primera definición de la perspectiva científica y por último en De re ædificatoria (obra que termina en 1450) describe toda la casuística relativa a la arquitectura moderna, subrayando la importancia del proyecto, los diversos tipos de edificios siguiendo las funciones que deben desempeñar.
El aspecto más innovador de sus propuestas consiste en mezclar lo antiguo y lo moderno propugnando de ese modo la praxis antigua y la moderna, que había iniciado Filippo Brunelleschi. Además, según Alberti: "...el artista en este contexto social no debe ser un simple artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los terrenos". Una idea heredera del enciclopedismo medieval de los doctos, pero adaptada a la vanguardia humanista.
La clase social con la que Alberti se relacionará es la alta burguesía culta florentina. Trabajó al servicio de los mecenas más importantes de su época: el papado, los Este en Ferrara, los Gonzaga en Mantua, los Malatesta en Rímini.
PINTORES
Pontormo
Jacopo Carrucci nace en la localidad de Pontormo, cerca de Empoli, hijo de Bartolomeo di Jacopo di Martino Carrucci y de Alessandra di Pasquale di Zanobi. Giorgio Vasari, que relata cómo el niño huérfano paseaba «joven, sólo y melancólico», lo acoge como aprendiz.
Jacopo no llevaba muchos meses en Florencia cuando Bernardo Vettori lo envía a una estancia con el Leonardo da Vinci para más tarde estar a cargo de lo maestros Mariotto Albertinelli, Piero di Cosimo, y finalmente, en 1512, con Andrea del Sarto junto con Rosso Fiorentino, con quien no permanecería mucho tiempo ya que después de hacer los cartones para el arco de Servites, éstos no fueron del agrado de Andrea, lo que hace que se acabe de hartar y se marche.
Pontormo pinta solamente alrededor y en la misma Florencia, apoyado por el patrocinio de los Médici.
Con la visión puesta en Roma, se deja influencia por la obra de considerar en gran parte el trabajo de Miguel Ángel y luego, mediante la observación de los grabados de Durero por el llamado estilo nórdico. La frecuencia de caras y los cuerpos alargados son característicos de su trabajo. Un ejemplo del estilo temprano de Pontormo es la Visitación de la Virgen y Santa Isabel, con sus figuras balanceadas, pintado entre 1514 y 1516 para la iglesia de la parroquia de San Michele en Carmignano, en los alrededores de Florencia.
Entre 1519 y 1520 Pontormo participa en la decoración del fresco del salón de la villa de la familia Medici en Poggio a Caiano, no lejos de Florencia. Allí pinta el fresco en un estilo género pastoral, muy infrecuente para los pintores florentinos; su tema era el mito clásico de Vertumnus y Pomona en una luneta.
En 1522, cuando en Florencia se infecta con la plaga, con lo que Pontormo sale hacia la Cartuja de Galuzzo, un monasterio de clausura de la orden de los cartujos en donde los monjes seguían los votos de silencio. Pinta una serie de frescos, ahora dañados absolutamente, sobre la pasión y la resurrección de Cristo.
El Pontormo es uno de los más conspicuos representantes de una corriente que en los inicios del siglo XVI reaccionó contra el clasicismo pictórico derivado del Renacimiento, corriente que buscó concretar tal reacción por medio de una intensa experimentación y la superación de los cánones preestablecidos. En lo que atañe a Pontormo, su experimentación muchas veces expresa una personalidad extravagante.
En 1545 le fue encargada la decoración de la iglesia de San Lorenzo en Florencia, pero tal decoración fue destruida en el siglo XVIII.
Bronzino
Agnolo Tori o Angelo di Cosimo di Mariano o Agnolo Bronzino, más conocido como Bronzino, El Bronzino o Il Bronzino (Ponticelli de Florencia, 17 de noviembre de 1503 – Florencia, 23 de noviembre de 1572). Pintor italiano predominantemente áulico y uno de los más destacados representantes del manierismo, que se ha vuelto más refinado, maduro e intelectual.
Se tiene poca información fidedigna en relación a su infancia. Precisamente esa falta de datos hace suponer como muy probable que naciera en el seno de una familia muy humilde, lo que explicaría la dificultad para establecer su verdadero apellido. Adoptó como apellido el apodo que se le dio, el sobrenombre «Bronzino», que en italiano significa «broncíneo». Quizás se deba al color oscuro de su piel o a su carácter cerrado «como el de una estatua».
Parmigianino
Francesco Mazzola (Parma, 11 de enero de 1503 - Casalmaggiore, cerca de Cremona, 24 de agosto de 1540), llamado il Parmigianino («el parmesanito») por su lugar de nacimiento y por su reducida estatura y aspecto grácil, fue un pintor italiano, uno de los máximos exponentes del manierismo.
Se formó en su ciudad con sus tíos Pier Ilario Filippo y Michele Mazzola, modestos pintores de provincia. Continuó su periodo de aprendizaje en contacto directo con Correggio que en ese momento trabajaba en los grandes ciclos de frescos de Parma.
Su primera obra es de 1519, El Bautismo de Cristo. Se dedica además a la decoración de algunas capillas del templo de San Juan Evangelista. Hacia 1523 trabaja en el tocador de Paola de Gonzaga en la Rocca de los Sanvitale en Fontanello, donde hace una recreación de la estancia de San Pablo de Correggio.
Instalado en Roma, en 1524, conoce la obra de Miguel Ángel y Rafael Sanzio, quienes le influirán decisivamente. En la ciudad se sabe que tomó parte en los encuentros y discusiones que tenían lugar en la casa de Paolo Valdambrini, secretario del Papa Clemente VII, a los que acudía Rosso Fiorentino, Perin del Vaga y Giulio Romano. Entre las obras de este periodo destaca La visión de San Jerónimo de 1525, Desposorios Místicos de Santa Margarita y el Retrato de Lorenzo Cybo, del mismo año.
Tras el Saqueo de Roma (1527), se instala en Bolonia. Allí encomienda a Antonio da Trento la reproducción de diseños suyos mediante xilografía de chiaroscuro, que imita las texturas de la acuarela; actualmente se conocen seis planchas, como Martirio de dos santos y La sibila tiburtina y el emperador Augusto. La relación entre el maestro y el grabador no hubo de terminar cordialmente, y éste huyó llevándose pertenencias del taller, según las crónicas.
Parmigianino retorna posteriormente a su ciudad natal, donde pasó los últimos años de su vida atormentado por los constantes requerimientos del capítulo de la iglesia de Steccata, que le apremiaba para que finalizase los frescos que le habían sido encargados en 1531.
Encarcelado a causa de las deudas, logró huir a Casalmaggiore. Allí mientras que trataba de resolver sus problemas mediante la alquimia, murió desesperado con sólo 37 años.
Rosso Fiorentino
Giovanni Battista di Jacopo, llamado Rosso Fiorentino («Rojo Florentino») (Florencia, 8 de marzo de 1494 – Fontainebleau, 14 de noviembre de 1540), fue un pintor italiano renacentista integrante de la Escuela de Fontainebleau. Se trata de uno de los primeros y más destacados exponentes toscanos del manierismo pictórico.
Como Pontormo, fue alumno de Andrea del Sarto y —desde muchos puntos de vista— un rebelde a las constricciones clasicistas que en su época se encontraban en crisis.
De su producción en su ciudad natal destacan La Asunción (1517) en la iglesia de la Santisima Annunziata y Las hijas de Jetró (Florencia, Uffizi), obra singularísima que evidencia un gran influjo de Miguel Ángel.
Posteriormente durante su estancia en Roma realizó los frescos de La creación de Eva y El pecado original (1524) para Santa Maria della Pace.
Tras el violentísimo saqueo de Roma (1527) por parte de las tropas de Carlos V, il Rosso Fiorentino se refugió en Borgo Sansepolcro y luego en Arezzo; es en esta época que su pintura se vuelve más inquietante y lúgubre. Luego marchó a Venecia en donde permaneció brevemente, y en 1530 fue convocado por el rey de Francia Francisco I para quien dirigió las obras decorativas en el Castillo de Fontainebleau. Allí realizó frescos y estucos (Galería de Francisco I) en los cuales su arte se vuelve caprichoso y elegante, como un anticipo del barroco. Una de sus últimas obras y al mismo tiempo una de sus obras maestras es La Piedad, pintada para Ana de Montmorency, que se encuentra actualmente en el Museo del Louvre de París.
Se considera generalmente que la obra maestra de Rosso es El descendimiento (La Depozisione) que se encuentra en la Pinacoteca Comunale de Volterra (inicialmente fue pintada para la catedral). En contraste con el helado dolor de otros descendimientos, esta parece como una operación apresurada y complicada, mientras que las figuras inferiores tienen unas expresiones simples y poderosas de calmado dolor, con expresiones que se entreven por sus rostros ocultos. El cielo es sombrío. Las tres escaleras y aquellos que llevan a Cristo parecen precarios. El propio Cristo es plano. Puede verse el contraste entre esta escena frenética y alborotada con la composición igualmente compleja, pero más comedida del mismo tema por el manierista florentino, prácticamente contemporáneo Pontormo. De esta forma, Rosso fuerza las figuraciones expresando así un mundo inquieto y atormentado más acorde con el de su tiempo.
Así es que, en efecto, el Rosso obtiene expresiones dramáticas, pletóricas de pathos, a partir de volumetrías angulosas (es decir violentas) que desfiguran o desdoblan los rostros y cuerpos representados. Logra los mismos efectos a partir de la representación de los movimientos convulsionados de algunos de los personajes, o por el uso de una cromía y coloratura intensa, prevalentemente rojiza (cálida) contrastada con fondos de extensiones azuladas (frías) que representan a los cielos.
Las deformaciones de rostros y cuerpos llegan a la exasperación superlativa: por ejemplo en El descendimiento, un anciano situado sobre lo alto de la cruz tiene el rictus semejante al de una máscara trágica; la disposición asimétrica de las escalas y proporciones parecen escapar a todo canon y de tal modo generan una dinámica violenta que se encuentra acentuada -por entre otros recursos— la incertidumbre de los apoyos para los personajes que están descendiendo el cuerpo de Cristo mientras que las figuradas luces inciden violentamente desde la derecha de la composición creando un, más que contrastante, chocante claroscuro.
Aunque Vasari cuenta que se suicidó en 1540 debido a ciertas calumnias, parece ser que es más una leyenda que no se ha visto reflejada en fuentes francesas.
Francesco Salviati
Francesco Salviati, pseudónimo de Francesco de' Rossi (Florencia, 1510 - Roma, 1563), fue un pintor manierista italiano. También fue conocido como Cecchino del Salviati. Estos diversos apelativos tuvieron su origen en el cardenal Giovanni Salviati, patrón del artista y con cuyo séquito marchó a Roma.
En sus primeras obras se advierte la influencia de Miguel Ángel y de Andrea del Sarto. En 1531 viajó a Roma y conoció las pinturas de Rafael y, siguiendo su estilo, hizo algunas obras importantes, como los frescos de la Vida de San Juan Bautista en el Palazzo Salviati, la Visitación del Oratorio de San Giovanni Decollato y la Anunciación de San Francisco a Ripa. En estas obras romanas, Salviati subdivide las escenas con amplias formas arquitectónicas, al modo rafaelesco, aunque en la representación de las figuras demuestra, por una parte, la precisión de dibujo típica de la tradición florentina y, por otra, unas torsiones de los cuerpos y unos paños flotantes típicos del clasicismo y de pintores como Giulio Romano o Giovanni Francesco Penni.
En 1540 Parmigianino trabaja en Emilia. El estudio de sus obras por Salviati hace que el estilo de éste evolucione y se vuelva más decorativo y caligráfico, con líneas sinuosas y llenas de fuerza que crean un efecto irreal y mágico, como en las elegantes Historias de Furio Camilo en la Sala de Audiencias del Palazzo Vecchio de Florencia (1544) o en los diseños de los tapices para el mismo palacio (hoy en los Uffizi).
Posteriormente tendió a hacer pinturas elegantes pero robustas, al estilo de los trabajos de su contemporáneo Bronzino, como en la Caridad (Uffizi), la Deposición del refectorio de la basílica de la Santa Croce de Florencia o en algunos retratos famosos (Retratto de Poggio Bracciolini en la Galleria Colonna de Roma, Retrato de desconocido, Uffizi). Estas obras denotan las inquietudes del más típico estilo manierista, en línea con los resultados análogos de Pontormo o Rosso Fiorentino.
Residió durante un tiempo en Venecia, donde pintó diversas obras, entre otras el Llanto sobre Cristo muerto (hoy en la Pinacoteca de Brera) en el que se advierte también la mano de su alumno Giuseppe Porta.1
Viajó a menudo a Roma entre 1548 y 1563, residiendo en la ciudad casi continuamente y trabajando en numerosos frescos, como en los dedicados a las Bodas de Caná en el Oratorio dei Piceni o a la Natividad del Bautista en el Oratorio di San Giovanni Decollato; también trabajó en la capilla del Palio del Palazzo della Cancelleria, en el palacio Sacchetti (Historia de David de la Sala dell'Udenza)2 y en el palacio Farnesio (Fastos de los Farnesio).
Su evolución estilística en estos años se plasma en un acrecentamiento de las figuras en las composiciones, con mayor volumen y plasticidad en los cuerpos, que adquieren un gran porte aristocrático. Con su amigo y colega Giorgio Vasari se influyeron recíprocamente. La biografía de Salviati aparece en Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e architettori de Vasari.
Casi todas sus obras se conservan en Italia, y algunas pocas en diversos museos en el resto del mundo. En el Museo del Prado de Madrid existe una Sagrada Familia del Papagayo unánimemente considerada de su mano.
Leonardo Davinci
Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Vinci  escuchar) fue un pintor italiano nativo de Florencia. Notable polímata del Renacimiento italiano (a la vez anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista) nació en Vinci el 15 de abril de 14522 y falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.2 Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio. Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. Trabajó a continuación en Roma, Boloña y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita sólo puede ser equiparable a su capacidad inventiva, Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido.
Su asociación histórica más famosa es la pintura, siendo dos de sus obras más célebres, La Gioconda y La Última Cena, copiadas y parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio, que llegaría a ser retomado en numerosos trabajos derivados. No obstante, sólo se conocen una quincena de sus obras, debido principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos) experimentos con nuevas técnicas y a su inconstancia crónica. Este reducido número de creaciones, junto con sus cuadernos que contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Ángel.
Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable), puesto que la mayoría no eran realizables aún en esa época. Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.




Miguel Ángel
Michelangelo Buonarroti1 (Caprese, 6 de marzo de 1475 – Roma, 18 de febrero de 1564), conocido en español como Miguel Ángel, fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.
Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de Florencia, y los diferentes papas romanos.
Fue el primer artista occidental del que se publicaron dos biografías en vida:
Le Vite de' più eccellenti pittori, scultori, ed architettori, de Giorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera edición, en la cual fue el único artista vivo incluido.
Vita de Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y discípulo de Miguel Ángel, que recoge los datos facilitados por el mismo Buonarroti.
Fue muy admirado por sus contemporáneos, que le llamaban el Divino.4 Benedetto Varchi, el 12 de febrero de 1560, le envió una carta en nombre de todos los florentinos diciéndole:
"...toda esta ciudad desea sumisamente poderos ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra Excelencia nos haría un gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria".
Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo. La escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte de Julio II, y que se concretó en una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
Rafael Sanzio.
Raffaello Sanzio (Urbino, 6 de abril de 1483 – Roma, 7 de abril de 15201 ), también conocido como Rafael de Urbino o, simplemente, como Rafael, fue un pintor y arquitecto italiano del Alto Renacimiento. Además de su labor pictórica, que sería admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y, como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los vestigios grecorromanos.
Hijo de un pintor de modesta relevancia, fue considerado un niño prodigio por su precoz habilidad y al quedar huérfano se formó en los talleres de varios artistas de prestigio. A los 25 años obtuvo su primer encargo oficial, la decoración de las Estancias Vaticanas, donde pintó algunos frescos como La escuela de Atenas, considerado una de sus obras cumbres. Es célebre por la perfección y gracia de sus artes visuales, destacando en trabajos de pintura y dibujo artístico. Junto con Miguel Ángel y Leonardo da Vinci forma el trío de los grandes maestros del período.
Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplió 37 años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller conformado por numerosos colaboradores,8 y a pesar de su muerte prematura, dejó una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su trabajo está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las habitaciones conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.
Después de sus años de juventud en Roma, gran parte de su obra, a pesar de haber sido diseñada por él, fue ejecutada por su taller, con una considerable pérdida de calidad. Ejerció gran influencia en su época; aunque fuera de Roma su obra fue conocida sobre todo a través de la producción que hicieron los talleres de grabado que colaboraban con él. Después de su muerte, la influencia de su principal rival, Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las cualidades más serenas y armoniosas de Rafael, fueron consideradas de nuevo como un modelo superior.
Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando para los papas y su corte.


ESCULTORES
Andrea Verrocchio
Andrea del Verrocchio, nacido Andrea di Michele di Francesco de Cioni, conocido simplemente como Verrocchio (Florencia, h. 1435 - Venecia, 1488) fue un pintor, escultor y orfebre cuatrocentista italiano. Trabajó en la corte de Lorenzo de' Medici en Florencia. Entre sus alumnos estuvieron Leonardo da Vinci, Perugino, Ghirlandaio y Sandro Botticelli, pero también influyó en Miguel Ángel. Trabajó en el estilo serenamente clásico del primer renacimiento florentino.
Verrocchio nació en Florencia en 1435, hijo de Michele di Francesco Cioni, quien trabajó como fabricante de azulejos y tejas y, más tarde, como recaudador de impuestos. Verrocchio nunca se casó, y tuvo que proporcionar apoyo financiero a algunos miembros de su familia. La fama de Michele creció al unirse a la corte de los Médici, en la que permaneció hasta que su taller se trasladó a Venecia.
Andrea comenzó a trabajar como orfebre en el taller de Giulio Verrocchi, de quien parece haber tomado su sobrenombre. La posibilidad de que fuera aprendiz de Donatello queda sin confirmar. Sí parece que se inspiró en sus obras para los temas a tratar más que en cuanto a las tendencias estilísticas, y con un orfebre, del que heredó el gusto artesanal aplicado al tratamiento de sus obras escultóricas.
Sus primeros esfuerzos en pintura datan probablemente de los años 1460, cuando trabajó en Prato junto a Filippo Lippi.


Donatello
Donatello (Donato di Niccolò di Betto Bardi) (Florencia, Italia, 1386 – ibídem, 13 de diciembre de 1466) fue un famoso artista y escultor italiano de principios del Renacimiento. Junto con Leon Battista Alberti, Brunelleschi y Masaccio, fue uno de los padres del renacimiento. Donatello se destacó en una fuerza innovadora en el campo de la escultura monumental y en el tratamiento de los relieves, donde logró representar una gran profundidad dentro de un mínimo plano, denominándose con el nombre de stiacciato, es decir «relieve aplanado o aplastado».
El David de mármol para la catedral de Santa María del Fiore en Florencia, fue su primera obra documentada en 1408, en los años sucesivos realizó numerosas obras en mármol, terracota, bronce y madera para diversos mecenas y ciudades. Regresó a Florencia en el año 1459 con el encargo de modelar unas placas en bronce para la Basílica de San Lorenzo y durante su elaboración falleció en diciembre de 1466.1
Entre sus obras más importantes se encuentran el David de bronce en el museo del Bargello, el Púlpito exterior de la catedral de Prato, la estatua ecuestre de Gattamelata en Padua, la María Magdalena penitente en el museo dell'Opera del Duomo en Florencia y Judith y Holofernes en el Palacio Vecchio.
Bernardo Rossellino
Bernardo Rossellino (Settignano -Toscana-, 1409 – Florencia, 1464) fue un escultor y arquitecto del Renacimiento italiano. Su nombre real era Bernardo di Matteo Gamberelli. Era hermano mayor del pintor y escultor Antonio Rossellino. Los cinco hermanos Gamberelli o Rossellino tenían formación de cantería, aunque sólo Antonio y Bernardo fueron incluidos por Vasari en sus Vite.
De joven fue pupilo y colaborador de Leone Battista Alberti, sobre cuyos esquemas y planos construyó el Palazzo Rucellai de Florencia (1446-1451), uno de los primeros ejemplos genuinos de palacio florentino del Renacimiento. Exhibe tres órdenes de pilastras planas inscritas en una fachada de almohadillado delicado y variado, bajo una cornisa sin friso.
En torno a 1453 intervino en la Basílica de Santa Croce de Florencia. La autoría de esta obra también es compartida. Parece haberse trazado por Filippo Brunelleschi (muerto en 1446), y probablemente Bernardo Rossellino fue el responsable de la ejecución. El pórtico de entrada fue obra de Benedetto da Maiano.
En Arezzo aplicó una fachada all'antica ("a la antigua", es decir, con elementos grecorromanos) a la estructura gótico-flamígera del Palazzo della Fraternita della Misericordia o dei Laici, una cofradía benéfica (1435).
Además de sus obras en Toscana, trabajó mucho en Roma para el Papa Nicolás V, obras entre las que se encuentran la ampliación del transepto y ábside de la Antigua Basílica de San Pedro (1452–55), que fue destruida en las siguientes reformas, o la renovación de la iglesia de planta centralizada de Santo Stefano Rotondo (ca. 1450) donde aún puede verse el altar debido a Rossellino.


EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA

ANTECEDENTES
En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe abruptamente con la tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del Cancionero y la tradición anterior. Como síntesis del Renacimiento y preludio del Barroco, la literatura contará con la figura capital de Miguel de Cervantes (siglos XVI–XVII).
En cuanto a las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló elementos importados de Italia (de donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro Torrigiano o Domenico Fancelli; con la tradición local, y con algunos otros influjos (lo flamenco, por ejemplo, estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y dinásticas que unían estos territorios a España). Las innovaciones renacentistas llegaron a España de forma muy tardía; hasta la década de 1620 no se encuentran ejemplos acabados de las mismas en las manifestaciones artísticas, y tales ejemplos son dispersos y minoritarios. No llegan a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento italiano (sólo por obra de la familia Borgia aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina), lo que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del Gótico al Manierismo.
ARQUITECTURA
En el campo de la arquitectura, tradicionalmente se distinguen tres periodos: 
1. Plateresco (siglo XV-primer cuarto del siglo XVI):  Lo renaciente aparece de forma superficial, en la decoración de las fachadas, mientras que la estructura de los edificios sigue siendo gotizante en la mayoría de los casos. Lo más característico del Plateresco es un tipo de decoración menuda, detallista y abundante, semejante a la labor de los plateros (de donde deriva el nombre). El núcleo fundamental de esta corriente fue la ciudad de Salamanca, cuya Universidad y su fachada son el paradigma del estilo.
2. Purismo o estilo italianizante (primera mitad del XVI): El Purismo representa una fase más avanzada de la italianización de la arquitectura. 
3. Herreriano (a partir de 1559-mediados del siglo siguiente): Conocido también como estilo Escurialense. Original adaptación del Manierismo romano caracterizada por la desnudez y el gigantismo arquitectónico. Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI llegando con gran vigencia a la época barroca.
AUTORES
Rodrigo Gil de Hontañón, Andrés de Vandelvira, Diego de Siloé, Juan Bautista y Juan de Herrera.
EJEMPLOS
El palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada; Universidad de Salamanca; el palacio-monasterio de El Escorial. 


ESCULTURA
En escultura, la tradición gótica mantuvo su hegemonía durante buena parte del siglo XVI. Los primeros ecos del nuevo estilo corresponden por lo general a artistas venidos de fuera, como Felipe Vigarny o Domenico Fancelli, que trabajará al servicio de los Reyes Católicos, esculpiendo su sepulcro (1517). No obstante, pronto surgirán artistas locales que asimilan las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano. En una fase más madura del estilo surgen grandes figuras, creadoras de un peculiar Manierismo que sentará las bases de la posterior escultura barroca.
CARACTERÍSTICAS
1) Predominan la madera policromada (estofado en óleo y vestiduras con pan de oro) y el alabastro en piedra.
2) Predomina el tema religioso y los géneros del retrato funerario, el retablo de altar y la imagen procesional o de altar.
3) Escasa importancia a la temática profana, del desnudo o del tema pagano, salvo el retrato cortesano.
4) Gran importancia a la escultura en relieve como la decoración de los edificios platerescos.
5) Se prefiere el Realismo a la Idealización.
6) Estilo apasionado, muy dinámico y expresivo.  Dramático y teatral a veces. 
7) Se escogen los momentos de dolor y mayor tensión, para conmover al espectador.
8) Es escasa la belleza formal que había en las esculturas italianas.
ETAPAS
1. Primer tercio del siglo XVI: la definición del plateresco.
2. Segundo tercio del siglo XVI: un estilo más definido.
3. Tercer tercio del siglo XVI: la escultura para la Corte.
AUTORES
Bartolomé Ordóñez y Damián Forment; Juan de Juni y Alonso Berruguete.
EJEMPLOS
San Juan Bautista en mármol; Sepulcro de Don Diego de Avellaneda; Cristo de la Columna.


PINTURA
La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la herencia del Gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la obra de Pedro Berruguete, que trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro, y Alejo Fernández. Posteriormente aparecen artistas conocedores de las novedades italianas coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan de Juanes, influidos por Rafael; Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos Fernando Yáñez y Hernando de los Llanos. Pero la gran figura del Renacimento español, y uno de los pintores más originales de la Historia, se inscribe ya en el Manierismo, aunque rebasando sus límites al crear un universo estilístico propio: El Greco (1541-1614). Los temas preferidos son los religiosos y los retratos. 
AUTORES
Pedro Berruguete, Vicente Macip, Juan de Juanes, Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete, Fernando Yáñez, Hernando de los Llanos, Luis Morales "El Divino".
EJEMPLOS
San Juan Bautista en mármol; Sepulcro de Don Diego de Avellaneda; Cristo de la Columna; La Piedad; La Dolorosa.

EL RENACIMIENTO EN ALEMANIA

El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante.
Alberto Durero (1471-1528), fue la figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción artística, e introdujo el idealismo de raigambre italiana en el arte alemán.
La pintura germánica conoció en este época uno de sus mayores momentos de esplendor. Junto a la figura fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas Cranach el Viejo, pintor por antonomasia de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien, introductor de temáticas siniestras y novedosas, deudoras en cierto modo del arte medieval; Matthias Grünewald, uno de los precursores del expresionismo; Albrecht Altdorfer, excelente paisajista, o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda su producción, centrada en el retrato, en Inglaterra.
Tras la Reforma, el mecenazgo de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de ésta para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes. Así, a mediados del siglo XVI se amplía el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices clásicas. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista. Los emperadores Habsburgo y la familia Fugger fueron los más importantes mecenas, destacándose por su protección a grandes figuras como Johannes Kepler y Tycho Brahe.

EL RENACIMIENTO EN FLANDES Y LOS PAÍSES BAJOS


A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento Italiano, la Escuela Flamenca de pintura alcanzó un desarrollo notable, como heredera y continuadora de la tradición tardogótica anterior representada por Jan van Eyck, Roger van der Weyden y otros grandes maestros. Se caracterizó por su naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos. Los modos del Gótico pervivieron con mayor fuerza, aunque matizados con características singulares, como cierta vena caricaturesca y fantástica y una mayor sensibilidad a la realidad del pueblo llano y sus costumbres. Se recoge ese interés en obras de carácter menos idealizado que las italianas, con una marcada tendencia por el detallismo casi microscópico que aplican a las representaciones (influjo de los maestros tardogóticos ya mencionados y la miniatura), y tendencia hacia lo  decorativo, sin demasiado interés por disquisiciones teóricas.
A mediados del siglo XVI el clasicismo italiano entra con fuerza en la pintura flamenca, manifestándose en la llamada «Escuela de Amberes» y en pintores como Jan van Scorel o Mabuse, algunos de los cuales permanecieron en Italia estudiando a los grandes maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó sobremanera el grabado, que puso al alcance de prácticamente cualquier artista las obras producidas en otras escuelas y lugares, poniendo muy de moda en toda Europa el estilo italianizante.
Algunos grandes nombres de la época fueron Joachim Patinir, uno de los creadores del paisaje como género autónomo de la pintura, aunque apegado todavía al Gótico; Quintín Metsys, que se inspiró en los dibujos caricaturescos de Leonardo y en las clases populares para retratar vicios y costumbres; el retratista Antonio Moro; el Bosco, uno de los pintores más originales de la historia, apegado formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca; pero a la vez innovador, creador de un universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como uno de los precedentes del Surrealismo; y Pieter Brueghel el Viejo, uno de los grandes maestros del paisaje y las costumbres populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun cuando en su pintura glose sentencias morales y de crítica social que tienen algo de medieval.
En el campo de la escultura, destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras (generalmente de bronce) en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y el desnudo heroico las caracterizan como excelentes ejemplos de manierismo escultórico fuera de Italia.

EL RENACIMIENTO EN HUNGRÍA
El trono húngaro se hallaba ocupado desde 1458 por el rey Matías Corvino (1443–1490), quien conoció y admiró los patrones italianos renacentistas y los extendió por su reino. El rey había sido educado junto a su hermano en una profunda atmósfera humanista bajo la conducción del obispo Juan Vitéz, quien posteriormente continuó fomentando la cultura durante el reinado del monarca. Ante la petición del rey Matías, el papa Paulo II fundó la Universitas Istropolitana en 1465, con sede en la ciudad húngara de Pressburg (hoy Bratislava). Esta universidad sirvió como sitió de encuentro para estudiosos de toda Europa Central, y contó con gran apoyo del monarca.
El matrimonio del rey húngaro con Beatriz de Nápoles en 1476 reforzó la llegada de este movimiento cultural, pues se estrecharon más aún las relaciones políticas y dinásticas con Italia. Matías fundó la Bibliotheca Corvinniana, que se convirtió en uno de los mayores centros de saber de Europa, con una extraordinaria colección de libros; en 1472 creó la primera imprenta húngara, y llenó la corte de astrólogos, artistas y escritores italianos. Igualmente, hizo reconstruir al estilo renacentista el Palacio de Buda, ubicado en la actual Budapest, siendo de este modo uno de los primeros ejemplos de la nueva arquitectura fuera de Italia.
Estas muestras del triunfo del nuevo estilo convivían con elementos aún góticos, como se aprecia en la pintura de la época. Las nuevas tendencias procedentes de Italia incidieron en un mayor realismo y veracidad en las representaciones pictóricas, que muestran el gusto centroeuropeo por la suntuosidad y vistosidad. Esto se observa, por ejemplo, en La Mujer vestida de Sol (Galería Nacional Húngara, Budapest), de autor desconocido. En esta pintura, es evidente la maestría del anónimo pintor que, bajo convenciones todavía medievales, y un atrevido uso del color, avanza hacia el naturalismo renacentista.
El Renacimiento patrocinado por el rey mecenas Matías floreció en Hungría hasta la muerte del soberano en 1490. Después, la Casa de Jagellón, de origen polaco, obtuvo el trono húngaro y el rey Vladislao II de Hungría no pudo continuar con el ritmo al que Matías llevaba el reino. Los enormes gastos invertidos en las guerras contra el Sacro Imperio y Bohemia que resultaron exitosas habían vaciado el tesoro real y pronto condujeron a un declive. La Universitas Istropolitana cerró sus puertas por falta de fondos, y muchos artistas renacentistas abandonaron Hungría, mudandose a Praga, Viena y Cracovia, hallando allá el patrocinio de los monarcas locales. Muchos se quedaron en Buda y Visegrado en la corte del rey Vladislao II y de su hijo Luis II de Hungría que reinó desde 1516 hasta 1526. Durante el período de los Jagellón en Hungría (1490-1526), el más grande mecenas del humanismo fue el clérigo Jorge Szatmári, quien después de pasar por tres sillas obispales diferentes terminó como arzobispo de Estrigonia, enviando a muchos húngaros a estudiar a las universidades en Italia a lo largo de su carrera eclesiástica. Juan Vitéz el Joven, sobrino del reconocido arzobispo, se convirtió en el primer presidente de la Solidalitas Litteraria Danubiana en 1497, y fue conocido como uno de los humanistas más importantes de su época en Hungría. En la década de 1510, Ludovicus Cerva Tubero, humanista de Ragusa, vivió en la corte del arzobispo de Kalocsa Gregorio Frangepán, lugar donde continuó floreciendo el Renacimiento durante el reinado de Vladislao II, y donde se escribieron varias crónicas sobre el reino, entre las cuales destaca una que incluía la historia húngara desde la muerte del rey Matías (†1490) hasta la muerte del papa León X (†1521).
Sin embargo el suceso que pusó fin a todo el esplendor de Hungría fue la derrota en la batalla de Mohács en 1526, donde los ejércitos turcos barrieron con las fuerzas húngaras y murió el rey Luis II. La destrucción casi total del reino que le siguió, incluyendo la ocupación de la ciudad de Buda en 1541 obligó a casi toda la población intelectual a abandonar Hungría, mientras las fuerzas otomanas destruían palacios, quemaban bibliotecas y archivos, acabando con casi todo el legado cultural renacentista húngaro.
Lo poco que logró sobrevivir al reino invadido por los turcos halló amparo en la corte del rey Juan I de Hungría (1526-1540), y posteriormente en la de su hijo el conde Juan Segismundo Szapolyai, voivoda de Transilvania, joven sobresaliente que hablaba 8 idiomas, y era un apasionado de los libros y amante de la música.
Por otra parte, Nicolás Olahus, arzobispo de Esztergom (1553–1568), fue también un importante representante del Renacimiento tardío húngaro, viajando por toda Europa, manteniendo contacto con Erasmo de Rotterdam. Fue él quien coronó como rey húngaro a Rodolfo II de Habsburgo, y escribió en latín dos obras en honor a Hungría: Hungaria y Athila publicadas por primera vez en 1568, y narrando detalles geográficos, culturales y arquitectónicos del reino en la primera, así como la vida y hechos del ancestro de los húngaros Atila en la segunda.

EL RENACIMIENTO EN FRANCIA
En Francia, la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del Gótico y que por tanto este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la Corte.
En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial, había patrocinado ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos chateaux medievales y la creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el Castillo de Saint-Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles renacientes, dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado serán los Castillos del Valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los rasgos más característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista, recuerdos goticistas en las estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta integración de los edificios en la naturaleza circundante, como se ve en el grácil puente del Castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este conjunto es el Castillo de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos de Amboise, Blois y Azay-le-Rideau.
Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra fundamental de este período: el Palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes franceses que se renovará totalmente. En el edificio en sí, se aprecia ya el triunfo de las formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus típicas chimeneas y mansardas. Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre escalera imperial, anticipo de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de Italia como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor Benvenuto Cellini, o el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de arquitectura del que apenas se conocen obras salvo este palacio. Las novedades que se fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un estilo, el estilo de Fontainebleau, un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos.
Tras Francisco I, las formas a la italiana acabaron imponiéndose definitivamente en la arquitectura bajo Enrique II, cuya esposa pertenecía a la familia florentina más poderosa (Catalina de Médicis). Bajo su mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la Corte en París, el Palacio del Louvre, convirtiéndolo en un moderno edificio de estética plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos franceses más destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico. Asimismo, estos monarcas iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el Palacio de las Tullerías, en el que intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme.
La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia. Francia dejó de ser ya a finales del siglo XIV el gran centro escultórico de Europa que fue gracias a los talleres catedralicios, situación que continuaría durante el siglo XV, y aún más en el XVI. Es paradójico y a la vez revelador que esta situación coincida con la consolidación progresiva de la institución monárquica, evidentemente deseosa de renovar su imagen y dispuesta a usar el arte como instrumento propagandístico de primer orden. No obstante de la pérdida de hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había sido definitiva, surgieron grandes figuras al calor de los proyectos reales; es de destacar el carácter ornamental y decorativo que tuvieron las esculturas, subordinándose al proyeto general de los edificios e integrándose en éstos. Dos fueron los autores más sobresalientes: Germain Pilon y Jean Goujon.
La pintura también experimentó el progresivo declive de las formas góticas tradicionales y la llegada del nuevo estilo. Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera mano las formas pictóricas italianas en el siglo XVI gracias a la llegada de autores muy innovadores, como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I impulsó la formación de artistas franceses bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò dell'Abbate o Primaticcio, siendo este último el responsable de la decoración del palacio de Fontainebleau y la organización de las fiestas de la Corte, y teniendo por tanto a sus órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta convivencia de talentos, escuelas, disciplinas y géneros dio origen a la llamada escuela pictórica de Fontainebleau, una derivación del manierismo pictórico italiano que incide en el erotismo, el lujo, los temas profanos y las alegorías, todo ello muy del gusto de su clientela principal, la aristocracia. La mayor parte de los artistas de Fontainebleau fueron anónimos, precisamente por esa integración de las artes que se propugnaba y por el magisterio de los artistas consagrados. No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores, figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine Caron entre los más destacados. Sin embargo, el pintor francés más importante de la época, a vez que uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, aunque gran parte de su obra se haya perdido, fue François Clouet, que superó a su padre, el también apreciable Jean Clouet, en la fiel plasmación de la vida de los poderosos de la época, con una profundidad psicológica y brillantez formal cuyo precedente hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran pintor del siglo XV aún en la órbita del Gótico.




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